A Tonio y Naty (esta poesía fue escrita en el 2001 mientras disfrutábamos de la naturaleza, el snowboard y la compañia de nuestros amigos en el glaciar Hielo Azul, ahora sus espíritus surfean la cima del Paraíso Azul)
La casa, de madera nos completa
con su típica, franca
tranquilidad.
El sol reposa sobre las ventanas,
el pueblo divulga cual espejos
su luz.
Cada copo de nieve estremece a sus iguales,
los arboles se disfrazan poco a poco
de blanco.
El silencio flota sencillo en el aire
y su música, nota a nota, nos estremece
la vida.
El dolor ya lejano en el pasado
forma olvido y complacencia en el
recuerdo.
Mis años, perdidos ya en la conciencia,
carecen de historia, así me siento certero ante
los siglos.
Cada cuerpo se dilata y se contrae
al ritmo suave y violento
del universo.
Las almas vagan tras el tiempo
que felizmente las atrae
a la tierra.
Y nosotros, acá en la vida, somos
una flor, un destino, que nos nutre
la sangre.
Los átomos se inspiran en la danza
que componen nuestra vida,
la canción.
Sin embargo la casa, repleta de pueblo
simula un mundo, que descansa y corre
tras el cielo.
La muerte, tan pronunciada y terca
nos espera, apacible, como nosotros
a ella.
La vida pasa delante de nuestros ojos
y la abrazamos como si fuera
la ultima.
Hasta que se nos cruza por la cabeza
la antigua y lamentable
soledad.
Gracias a Dios se nos acerca
y nos da fuerzas para entender
la plenitud.
La casa, de madera nos completa
con su típica, franca
tranquilidad.
El sol reposa sobre las ventanas,
el pueblo divulga cual espejos
su luz.
Cada copo de nieve estremece a sus iguales,
los arboles se disfrazan poco a poco
de blanco.
El silencio flota sencillo en el aire
y su música, nota a nota, nos estremece
la vida.
El dolor ya lejano en el pasado
forma olvido y complacencia en el
recuerdo.
Mis años, perdidos ya en la conciencia,
carecen de historia, así me siento certero ante
los siglos.
Cada cuerpo se dilata y se contrae
al ritmo suave y violento
del universo.
Las almas vagan tras el tiempo
que felizmente las atrae
a la tierra.
Y nosotros, acá en la vida, somos
una flor, un destino, que nos nutre
la sangre.
Los átomos se inspiran en la danza
que componen nuestra vida,
la canción.
Sin embargo la casa, repleta de pueblo
simula un mundo, que descansa y corre
tras el cielo.
La muerte, tan pronunciada y terca
nos espera, apacible, como nosotros
a ella.
La vida pasa delante de nuestros ojos
y la abrazamos como si fuera
la ultima.
Hasta que se nos cruza por la cabeza
la antigua y lamentable
soledad.
Gracias a Dios se nos acerca
y nos da fuerzas para entender
la plenitud.