revoluciones de tu cuerpo,
esos delicados versos
que combaten con firmeza
determinada, la vida.
Estimo a todo aquel
que delira (considerando
el delirio como autentico
sinónimo de sueño)
un mundo mejor.
Sostengo a todo aquel
que respira y sabe certero,
que respira.
Al que enciende los cirios
de paz y promulga
corazones.
Acepto todo estilo
que nos lleve a tener
entre las manos,
la verdad.
Todo aquel que nos descubra,
a pesar de nuestra tez,
tal y cual somos.
Yo creo firmemente en la palabra
en la mágica, pero siempre útil
plegaria.
Creo en mi voz
extrañamente pasajera
y en la eterna voz
que rige la montaña.
En el presente
que todo lo contagia,
y si de politica se trata,
creo que la tierra
tiene la última palabra.